jueves, 29 de enero de 2015

TEORIA DE LA PUERTA O EL MECANISMO QUE CONTROLA EL DOLOR



La Teoría de la Puerta, de Melzack y Wall (1982) afirma que los mensajes de “dolor” que llegan hasta el cerebro desde una “zona dañada” o “foco de dolor” por determinadas vías nerviosas, están modulados por los mensajes que el propio cerebro transmite por esas mismas vías nerviosas. Es decir,  la interacción entre  los mensajes nerviosos de “ida y vuelta” entre la zona donde supuestamente se produce el dolor y nuestro cerebro es lo que determina que tengamos la percepción del dolor o por el contrario no lo notemos. Es como si tuviéramos una puerta en nuestro sistema nervioso que dejara entrar o no el dolor.

En determinadas circunstancias los mensajes de dolor trasmitidos mediante impulsos nerviosos desde  nuestro cerebro pueden variar en intensidad, ser bloqueados o “dispararse” según sea la influencia de dichas circunstancias. Éstas serían las llaves que abren y cierran la puerta del dolor.


El trastorno de dolor crónico está determinado  por distintos factores y no sólo por la extensión de la lesión física. 

Estos factores influyen en la posición de la “puerta” de entrada del dolor, modulando la cantidad de estimulación que llega hasta el cerebro. Los factores que hacen empeorar el dolor son:


1. Factores físicos:

-  Extensión del daño y/o de los cambios degenerativos
- Extensión de la cicatrización residual y otras reacciones físicas al daño después de la curación (por ejemplo condiciones de circulación, inflamaciones y otros cambios del tejido liso).
- Cambios no específicos, por ejemplo, estenosis vertebral ligera, pérdida de simetría.
- Mal funcionamiento de los sistemas muscular o arterial, debido probablemente a una debilidad hereditaria.

2. Factores emocionales:

- Ansiedad, preocupación, tensión
- Ira y altos niveles de excitación
- Depresión.
Estos factores pueden ser provocados por el mismo dolor o por otros acontecimientos de la vida diaria.

3. Factores mentales:

-  Grado de localización de la atención en el dolor.
- Aburrimiento (a menudo es producto de la reducción de actividades para combatir el dolor).
- Creencias y actitudes acerca del significado del dolor. Por ejemplo, compare la intensidad de un dolor en el pecho si cree que se debe a una indigestión o si cree que se debe a un ataque cardíaco. No se siente lo mismo, pero es el mismo dolor.
- Falta de control sobre el dolor (baja tolerancia al dolor). Muchos pacientes de dolor crónico sienten que no pueden controlar su dolor. Un comentariotípico es: “El dolor controla mi vida”.

La Medicina aporta soluciones imprescindibles al problema de dolor agudo y a los factores puramente fisiológicos que se hallan a la base de un trastorno de dolor crónico: fármacos (sedantes, relajantes musculares, ansiolíticos, etc.) y contraestimulación (calor, masaje, acupuntura...), cirugía...

Pese a los efectos secundarios de algunas de estas intervenciones, es preciso actuar de este modo para aliviar el sufrimiento del paciente. Las soluciones médicas son más cuestionables en los procesos emocionales y “cognitivos” (mentales) secundarios al dolor crónico.

Para afrontar estos aspectos de la enfermedad se precisa tratamiento psicológico cognitivo-conductual que fundamentalmente ayude a los pacientes a conseguir el pleno dominio y control del proceso de dolor, con objeto de reducir las sensaciones de dolor y de mejorar su calidad de vida apreciablemente.

Una correcta intervención desde esta perspectiva pasa por la aplicación de técnicas para la modificación de las conductas de dolor (presentes en muchos pacientes; p.ejem: la inactividad laboral o profesional); movilizar recursos y aprendizaje de habilidades tendentes a la reducción de la tensión (relajación, técnicas de respiración, programación de ejercicio físico...); intervenciones psicológicas a nivel emocional (autorregulación emocional, hipnoterapia, terapia de estrés, terapia autoinstruccional...) e introducción de técnicas cognitivas (referidas a los procesos de “pensamiento”) de resolución de problemas, reestructuración, eliminación de pensamientos desadaptativos, reinterpretación del dolor, etc...

No debemos dejar que el dolor frene nuestra actividad ordinaria. Sabemos que es un problema grave, en algunos casos incapacitante; pero no olvidemos que disponemos de “herramientas” válidas para hacerle frente adecuadamente y conseguir mejorías apreciables en nuestra calidad de vida.

Tomado de : http://www.psicologos.eu/wp-content/uploads/2009/06/dolor.htm

jueves, 8 de enero de 2015

CUENTOS PARA COMPRENDER LA FIBROMIALGIA.


Los "Cuentos de Mingabe" son una obra compuesta por seis relatos y un cómic todos ellos escritos y bellamente ilustrados por distintas autoras, y prologados por la periodista y escritora Ángeles Caso.

Está destinado a personas de todas las edades y el objetivo fundamental es el de servir como apoyo a la difusión y comprensión de la fibromialgia, una enfermedad de causa desconocida que afecta mayoritariamente a las mujeres, sin olvidar a hombres, niños y adolescentes.
Mingabe es el nombre de uno de los personajes que aparecen en estos cuentos, pero también es una palabra tomada del euskera, que según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Vasca significa indemne, sin dolor, lo que resulta curioso cuando se trata de madres con dolores, que padecen una enfermedad crónica y en muchos casos sufren ante la perspectiva de que sus hijos o las personas que las rodean tengan dificultad para entender lo que está ocurriendo en el seno de la familia.

El primer cuento de los que componen este libro tan tierno y cercano habla de cómo el papá explica a su hijo que mamá tiene dolores y por eso no puede jugar con él tanto como ella quisiera y le habla de la medicina que necesita y que no puede comprarse en ningún sitio, que está en casa porque que es el JARABE DE CARIÑO...

Estos son los títulos que conforman el libro:

Manu y Gus (de 0 a 6 años), de Beatriz Berrocal, ilustrado por Alicia Cañas.
Las cosas que importan (de 6 a 8 años), de Marta Rivera de la Cruz, ilustrado por Violeta Lópiz.
Danieloto y la caja de madera (de 8 a 10 años), de Mar Santos, ilustrado por Lucía Serrano.
La aurora boreal (de 10 a 12 años), de Toti Martínez de Lezea, ilustrado por Silvia Bautista.
La dama de las grutas (de 12 a 16 años), de Silvia Pazos, ilustrado por Cecilia Varela.
Aquella casa blanca número 42 (de 16 a 101 años), de Cecilia Peñacoba, ilustrado por Noemí Villamuza.
La verdadera y asombrosa historia de la Bella Durmiente (cómic, de 0 a 101 años), de Silvia Pazos, ilustrado por Patricia Castelao.
También consta de una guía didáctica para aprovechar al máximo los contenidos de los relatos.
El libro puede consultarse on linedescargar en:

También pueden comprarse endistintas ciudades, como Vitoria-Gasteiz, Madrid, Barcelona, A Coruña, Zaragoza y Sevilla.

FIBROMIALGIA Y MEDICINAS ALTERNATIVAS

Cuando nos diagnostican una enfermedad crónica para la que no hay un tratamiento curativo, sino sólo tratamientos paliativos (que ayudan a tratar los síntomas que presentamos), las personas que nos quieren y viven a nuestro alrededor se afanan en buscar y aconsejarnos múltiples terapias alternativas que le funcionaron muy bien al vecino del 4º o a la prima de la cuñada de un compañero de trabajo…

En mi caso que sólo creo y practico la medicina científica, lo tengo muy claro: sólo he de intentar no hacer daño a esas personas que me quieren cuando me niego a probarlas, pero: ¿Qué pasa cuando como médico hemos de dar nuestra opinión?

En estos momentos conviven juntas la medicina científica con otras alternativas o pseudociencias: homeopatía, fitoterapia, flores de Bach, sofrología, método del “Dr. Fulanito” y un largo etc…, estableciéndose conflictos éticos entre las personas que las practican (algunos de ellos médicos) y nosotros.

Medicina científica es la que acepta el método científico como único mecanismo posible, tanto para establecer la etiología de una enfermedad como para validar los procedimientos diagnósticos y terapéuticos. Así de fácil.

El método científico se basa en modelos probabilísticos con los que se pueden establecer asociaciones entre los factores de riesgo y la aparición de la enfermedad o entre el tratamiento y la remisión de la enfermedad.

Se realizan ensayos clínicos a doble ciego que consisten en utilizar un grupo control de pacientes a los que se le administrará una sustancia o un método sin ninguna actividad terapéutica (un placebo), y otro grupo experimental al que se le administrará la sustancia o el método del que queremos probar su eficacia

Para influir menos en el resultado final, ni el médico investigador ni los pacientes sabrán a qué grupo están tratando o a qué grupo pertenecen. Posteriormente una tercera persona analizará los resultados.

Este método se usa para prevenir que los resultados no dependan del efecto placebo o del interés del que quiere utilizar o “vender” el nuevo producto o método en estudio.

Simplemente tienen que demostrar que la sustancia o el método estudiado tiene más efecto que el que se obtiene con el placebo y ya está…¿a que es fácil?

Los resultados obtenidos se publican en revistas científicas para que puedan ser refutados o confirmados por cualquier otra persona, ya que se ha de poder conseguir siempre el mismo resultado aún practicado en diferentes lugares y por diferentes personas.

La mayoría de los procedimientos que usa la medicina alternativa (por no decir todos) no están validados, mientras que la gran mayoría (por no decir todos) de los usados en la medicina científica si lo están.

Los defensores de la medicina alternativa afirman que no existe esta separación y que lo que ellos practican también está basado en el método científico, pero generalmente es pura charlatanería.

Cuando se han hecho ensayos clínicos para demostrar la utilidad terapéutica de este tipo de disciplinas alternativas, los resultados han sido abrumadoramente negativos.

Los médicos que practicamos la medicina científica sabemos que los tratamientos que proponen estas pseudociencias no han sido validados, por ello lo razonable sería aconsejar a los pacientes que no acudieran a ellas, pero también conocemos el efecto placebo y su importancia en la mejoría de ciertas patologías, con lo que entramos en conflicto entre aconsejar o no este tipo de medicinas.

Entramos entonces en conflicto con nosotros mismos, que podrían resolverse aplicando unos principios bioéticos (se pueden usar los de Belmont) que tengan en cuenta:

• Autonomía: Los pacientes que acuden a las medicinas alternativas sólo pueden tener autonomía si están bien informados de los efectos que estos tratamientos producen, incluyendo el hecho de que no están validados científicamente y el que en algunas ocasiones por no dar un tratamiento ortodoxo se puede estar poniendo en peligro a la persona.

• Beneficiencia: Como médicos estamos obligados a no aplicar tratamientos que no produzcan un verdadero beneficio terapéutico. En estas circunstancias deberíamos advertir a nuestros pacientes de los peligros que puede conllevar para su salud acudir a este tipo de medicinas: Consentimiento Informado.

• No maleficiencia: En la medicina científica nos basamos en el “Primum non nocere” (lo primero es no hacer daño); todos los productos farmacológicos presentan además de los efectos beneficiosos otros que no lo son y que llamamos efectos secundarios. En las medicinas alternativas no sucede lo mismo ya que la mayoría de ellas son inocuas, no tienen ni efectos beneficiosos ni efectos secundarios (por suerte para todos). En determinados casos puede ser aconsejable indicar alguna de estas terapias por la importancia del efecto placebo que tienen.

• Justicia: El Sistema Nacional de Salud no cubre estos tratamientos, lo que puede suponer una discriminación para muchos pacientes.

En la actualidad el principio más importante de los nombrados es el de la autonomía del paciente.

No os preguntáis, si es tan fácil comprobar si un tratamiento funciona o no, ¿por qué los que practican este tipo de medicinas no están dispuestos a realizarlos?

Puede que en el fondo sepan que lo único que están haciendo es ayudar a la gente con el maravilloso efecto placebo

http://draherraizmedicoypaciente.com/2014/11/09/medicinas-alternativas-pseudociencias-y-mi-etica-medica/